¿De dónde vienen los nombres de las escalas? Descubre el origen de cada término musical

¿De dónde vienen los nombres de las escalas? Descubre el origen de cada término musical
Photo by Darius / Unsplash


Cuando hablamos de “escalas” en música, nos referimos a un conjunto ordenado de notas que, mediante intervalos predefinidos, ascienden y descienden. Sin embargo, detrás de esta idea aparentemente sencilla (subir y bajar notas) existe un trasfondo histórico y cultural que le da profundidad e interés. ¿Por qué se llaman “escalas”? ¿De dónde provienen sus nombres? ¿Siempre fueron las mismas? Acompáñanos en este recorrido para descubrir su evolución y algunas curiosidades que te ayudarán a verlas con otros ojos.

1. El origen de la palabra “escala”

El término “escala” procede del latín scala, que se traduce como “escalera”. La lógica es bastante clara: cuando tocas una serie de notas consecutivas, literalmente “subes” y “bajas” peldaños en la altura del sonido. Esta metáfora de “escalera musical” sigue vigente hoy en día y nos recuerda la raíz latina de muchos términos musicales.

En francés, por ejemplo, a la escala se le llama “gamme” (que se asocia con la palabra “gama”), y en inglés se conoce como “scale”. En ambos casos, la idea principal es la misma: un conjunto secuencial de sonidos.


2. El legado de la Antigua Grecia: Los modos griegos

Mucho antes de las escalas mayores y menores, en la Antigua Grecia ya se organizaba la música en modos, que recibían nombres de regiones o pueblos de la época. Entre los más conocidos encontramos:

Dórico (de Doria)
Frigio (de Frigia)
Lidio (de Lidia)
Mixolidio (de Mixolidia)
Eólico (que inspiraría el término “Eólico” o “Aeolian”)
Jónico (que, en la música medieval, derivaría en “Ionian”)

Estos modos se basaban en combinaciones de tonos y semitonos que, si bien no eran exactamente iguales a los que usamos hoy, sentaron las bases de la teoría musical occidental.

Los nombres de estos modos pasaron a la teoría eclesiástica medieval (los “modos de iglesia”), pero con ciertas variaciones en la organización de intervalos. De modo que, en realidad, el “Dórico” griego no suena igual que el “Dórico” medieval. Aun así, esta nomenclatura griega permaneció y, por herencia, llegó hasta nuestros días.

3. Del canto gregoriano a la tonalidad moderna

Durante la Edad Media, la música sacra se interpretaba siguiendo los modos eclesiásticos (que eran una adaptación de los griegos). Sin embargo, hacia el final del Renacimiento y el inicio del Barroco, dos de estos modos empezaron a usarse de forma predominante hasta convertirse en lo que hoy conocemos como Escala Mayor (Ionian) y Escala Menor (Aeolian).

La Escala Mayor (Ionian) se asocia a un carácter alegre, estable y “luminoso”.
La Escala Menor (Aeolian) suele evocar melancolía o un color más “oscuro”.

El resto de los modos (Dórico, Frigio, Lidio, Mixolidio, etc.) no desaparecieron por completo, pero su uso en la música occidental se redujo drásticamente, permaneciendo más en ámbitos específicos como el folclore, el jazz modal o ciertas composiciones contemporáneas.

En el Barroco tardío, con Bach a la cabeza, surgió el interés de explorar a fondo la afinación y la tonalidad. Su célebre obra El clave bien temperado (1722 y 1744) incluye preludios y fugas en todas las tonalidades mayores y menores, mostrando la riqueza expresiva de ambos “modos” (Mayor y Menor) en el sistema temperado de la época.

4. El surgimiento de los nombres de las notas: de “Ut” a “Do”

En Europa, los nombres de las notas (do, re, mi, fa, sol, la, si) proceden de un himno religioso en latín dedicado a San Juan Bautista. El monje Guido d’Arezzo (c. 992-1050) notó que las sílabas iniciales de cada verso servían para memorizar los sonidos de la escala:

Ut queant laxis
Re sonare fibris
Mi ra gestorum
Fa muli tuorum
Sol ve polluti
La bii reatum
Sancte Ioannes

Con el paso del tiempo, “Ut” cambió a “Do” para facilitar su pronunciación (al parecer por influencia de la palabra “Dominus”, “Señor” en latín). “Si” proviene de la unión de las iniciales de “Sancte Ioannes” (en algunos idiomas se transformó en “Ti” para evitar confusiones con la letra “S” de la nomenclatura anglosajona B/C).

5. Escalas en otras partes del mundo

Aunque en Occidente nos solemos centrar en la Escala Mayor y Menor, existen infinidad de sistemas de organización sonora en diversas culturas:

Escalas pentatónicas (5 notas): Típicas en la música tradicional de países como China, Japón, Escocia, entre otros. Al tener menos notas, generan un color muy particular y a menudo se asocian con paisajes sonoros “orientales”.

Escalas con cuartos de tono: Presentes en la música árabe, turca o persa (llamadas “makams”). Añaden matices “microtonales” que no existen en la escala temperada occidental.

Ragas en la música de la India: Cada raga es algo más que una escala; implica patrones melódicos, ornamentaciones, horarios de interpretación (mañana, tarde, noche) y hasta estados de ánimo.


La riqueza de otras culturas: Explorar estas escalas “exóticas” abre un abanico de posibilidades creativas. Muchos compositores occidentales (como Debussy) se inspiraron en ellas para expandir sus sonoridades.

6. Afinación y temperamento: el trasfondo matemático

Un tema que suele pasar desapercibido cuando hablamos de escalas es el sistema de afinación. En la actualidad, casi toda la música popular en Occidente utiliza la afinación igual o temperada, donde la octava se divide en 12 partes iguales (los 12 semitonos). Sin embargo, esto no siempre fue así:

Afinación pitagórica: Basada en la proporción 2:1 para la octava y 3:2 para la quinta justa, atribuido a Pitágoras.

Justa intonación: Busca que los intervalos se correspondan con ratios numéricos lo más puros posible (3:2, 5:4, etc.).

Temperamentos medios y bien temperados: Sistemas de transición que intentaban equilibrar la pureza de intervalos con la posibilidad de modular a distintas tonalidades.


El paso a la afinación igual (donde un semitono vale exactamente 100 centésimas, totalizando 1200 cents en la octava) supuso un cambio revolucionario. La gran ventaja fue la libertad de modular y tocar en cualquier tonalidad sin “disonancias accidentales” que aparecían en otros temperamentos. Pero, a la vez, se sacrificó algo de la pureza acústica de las quintas o terceras.

Muchas músicas tradicionales y antiguas del mundo no adoptan la afinación igual (o lo hacen parcialmente), lo que resulta en matices de “color” que distinguen sus escalas de las occidentales.

7. Tipos de escalas menores y su encanto particular

Aunque solemos decir “Escala Menor” en singular, en la práctica existen varias formas de menor:

Menor natural (Aeolian): Coincide con el modo eólico, formada por la sucesión de tonos y semitonos: T-S-T-T-S-T-T (donde T = tono, S = semitono).

Menor armónica: Se eleva el séptimo grado un semitono para generar la cadencia típica V–i, muy usada en la música clásica y en géneros como el flamenco.

Menor melódica: En la tradición clásica, se suben el sexto y el séptimo grado al ascender, pero se bajan al descender. En el jazz, en cambio, se suele tocar la escala melódica igual tanto al ascender como al descender, dando lugar a sonoridades muy características.


Explorar estas variaciones de la escala menor es todo un universo de coloraciones armónicas que amplían tus recursos compositivos y expresivos.

8. Escalas “modales” en la música contemporánea y el jazz

El resurgir de los modos griegos (dórico, frigio, lidio, etc.) en el siglo XX vino de la mano de corrientes como la música modal (con exponentes como Miles Davis o John Coltrane). Estos compositores e intérpretes vieron en los modos una alternativa a la férrea tonalidad mayor-menor, encontrando matices y posibilidades nuevas para la improvisación.

El tema “So What” de Miles Davis (del disco Kind of Blue, 1959) está mayoritariamente basado en el modo dórico. Este álbum, uno de los más vendidos en la historia del jazz, mostró a una audiencia masiva cómo la música podía sustentarse en un solo modo sin caer en la monotonía.

9. ¿Por qué conocer la historia de las escalas?

1. Contexto musical: Comprender las raíces de nuestras escalas principales y de sus “primas” menos frecuentes (otros modos, escalas de otras culturas) te hace un músico y oyente más informado.

2. Creatividad: Explorar modos y sistemas de afinación diferentes abre nuevas puertas en la composición y la improvisación.

3. Apreciación: Saber que la música que escuchas hoy está forjada tras siglos de experimentación, te conecta con una tradición viva que se reinventa constantemente.


Las escalas son mucho más que simples “escalones” sonoros. Su nombre, de raíz latina, nos recuerda un concepto muy gráfico de “subir y bajar” notas. Pero su esencia se enriquece cuando descubrimos que:

• Su historia viene de la Antigua Grecia, pasó por la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco y sigue evolucionando hasta hoy.

• Cada cultura del mundo aporta su propia forma de “organizar” los sonidos, desde la pentatónica hasta los cuartos de tono.

• La afinación y el temperamento son aspectos fundamentales que han moldeado cómo oímos y producimos la música.

• Incluso la escala menor —aparentemente una sola— encierra distintas variantes (natural, armónica, melódica) con matices expresivos únicos.

Mirar atrás nos permite valorar la herencia recibida, y al mismo tiempo, abre un horizonte creativo inmenso para el presente y el futuro de la música.

¡Atrévete a experimentar con nuevas escalas, ritmos y afinaciones, y verás cómo se multiplican tus recursos musicales!

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